viernes, 16 de julio de 2010

HABLA UN MASÓN "REGULAR".

Adolfo Zabala, un empresario de la construcción de 60 años, entró a formar parte de la orden en 1999. Llegó a la masonería atraído por la lectura de unos libros para canalizar sus inquietudes espirituales. Es miembro de la logia la Tolerancia de Bilbao, una de las más importantes del Estado. Adolfo es consciente de que los masones todavía son vistos como "gente demonizada".

¿Cómo se inició en la masonería?

A través de la lectura de libros relacionados con la masonería.

¿Y que le llevó a interesarse por ese tipo de lectura?

El afán que tenía por recuperar un cierto espíritu que se me estaba quedando adormecido.

¿A qué espíritu se refiere?

A unas aspiraciones personales de libertad y de democracia que, una vez superada la transición, se me habían quedado un poco obsoletas y adormecidas. Así que cayeron en mis manos unos libros sobre masonería, me puse en contacto con hermanos masones y hasta hoy.

¿De qué año está hablando?

De finales de los años noventa. Concretamente, del 10 de marzo de 1999. Es una fecha que no la olvidaré en mi vida.

¿Dónde tomó contacto con los hermanos masones?

En la logia la Tolerancia número 16 de Bilbao. Es una logia que se creó en 1981 y una de las más importantes de España porque de aquí han salido los hermanos que han creado otras logias en Donostia, Asturias y Santander. Es una logia que crea masones, los fortifica y los expande.

¿Cuántos masones componen la logia la Tolerancia de Bilbao?

No más de 25 personas. Nosotros consideramos que en las logias no debe haber más de 20 ó 25 miembros. Si hay más de 25, lo lógico es que una serie de hermanos formen otra logia.

¿A qué se debe ese numerus clausus?

A que si hay muchos hermanos en la logia, no podemos realizar bien nuestros ritos en los talleres.

¿Dónde realizan esos ritos?

En un local que tenemos en una zona de naves industriales de Bilbao. En un principio, la Tolerancia tenía unos locales en la calle Zumalacarregui, pero al quedar descatalogados urbanísticamente, los derribaron para remodelar la Plaza del Gas. El Ayuntamiento nos permutó por un piso, pero al final lo vendimos porque no servía para nuestros quehaceres.

¿En qué consisten esos quehaceres?

En unas reuniones que nosotros llamamos tenidas y que las celebramos una vez al mes.

Son tan rituales y ceremoniosas como cuentan los libros

Sí. El ritual es muy importante. Es la esencia de la masonería. De todas formas, en las tenidas hay una parte administrativa, otra espiritual y el cierre de trabajos. Y todo ello acaba con un ágape.

Háblenos de la parte espiritual

En esa fase, los hermanos leen unos escritos que ellos mismos elaboran y que nosotros llamamos planchas, porque todos nuestros términos provienen de la arquitectura. Una vez que son leídos, el resto de los hermanos los comentan, pero nunca los critican.

¿De qué hablan?

De cualquier tema que usted pueda imaginar excepto de religión y política.

¿La religión está prohibida para un masón?

No. Al contrario. Nosotros pertenecemos a lo que se denominan logias regulares, y eso significa que no se permiten ni agnósticos ni ateos. Por lo tanto, nosotros somos religiosos, creemos en Dios y tenemos una relación muy buena con la Iglesia católica. Incluso tenemos sacerdotes dentro de las logias.

Entonces, ¿de dónde viene la creencia de que todos los masones eran ateos? ¿Qué le parece?

Por el bulo que forjó el Franquismo con el famoso término de comunista-judeo-masónico. Hay gente que todavía cree que la masonería es algo así como el demonio, y cosa más antidemonio que nosotros no existe. La gente está equivocada con nosotros. Somos una personas totalmente distintas a las que nos quieren pintar. Los masones no somos demonios.

Pero ustedes siguen manteniendo una imagen de secretismo.

Sí, es verdad. Pero actualmente el secreto masónico ya no existe. Existió en su orígenes porque era parte de la razón de ser de la masonería. En las logias se reunían los canteros y albañiles que construían catedrales. El secreto existía porque los aprendices no sabían lo que hacían los maestros.

Han pasado muchos años desde entonces y siguen teniendo una mala imagen.

Así es. Los masones en España tenemos un grave problema. Tenemos que recuperar la dignidad y el honor. Durante los cincuenta años de Franquismo se nos difamó, se falsearon nuestras ideas y sobre todo, no se pudo informar a la sociedad de cuáles eran nuestros verdaderos sentimientos.

¿Cómo piensan cambiar esa imagen?

Explicando cómo somos y lo que hacemos. Nos gustaría abrirnos a las personas, pero el problema es que nuestras normas nos prohiben hacer proselitismo. Yo mismo, para hacer esta entrevista, he tenido que pedir permiso.

Así no van a cambiar.

Tiene usted razón. Yo soy de la opinión que debemos abrirnos más, pero como en todas las instituciones muy clásicas y tradicionales, cambiar las normas cuesta mucho.

Como por ejemplo la relacionada con las mujeres, cuya entrada en su logia está prohibida.

Las mujeres no tienen acceso a la orden por una cuestión histórica. Hay que tener en cuenta que cuando se crearon las primeras logias, compuestas por canteros y albañiles, no había mujeres. Pero eso no quita para que cuando hacemos nuestras reuniones o los ágapes vengan nuestras esposas. En lo que no pueden participar es en nuestros trabajos o rituales.

¿Cómo se accede a la masonería?

Hoy en día, con internet, es muy fácil ponerse en contacto con nosotros. El que no podamos hacer proselitismo no significa que no tengamos las puertas abiertas.

Pero en la masonería no entra cualquiera.

No. Si alguien quiere entrar se le hacen tres entrevistas, que nosotros llamamos aplomaciones, para comprobar qué ideas tiene y para saber si es apto o no.

¿Tan difícil lo ponen?

Así son nuestras normas. El problema que hemos visto con el acceso es que últimamente nos viene gente un poco iluminada, creyendo que vienen a la masonería a hacerse de oro o hacer negocios, y la masonería no es eso.

¿Qué tipo de gente componen la logia la Tolerancia?

Nosotros tenemos médicos, abogados, aparejadores y obreros. Tenemos representantes de todo el espectro social y de todos los colores políticos. Pero nada de eso impide para que nos llevemos muy bien y nos ayudemos muchísimo.

Esa ayuda es uno de los principios de la masonería.

Sí. La masonería es una orden que busca la solidaridad, la fraternidad y la tolerancia entre los seres humanos. Quizá sea una utopía, pero el día que esa utopía se cumpla, la masonería dejará de existir. Pero lo importante para nosotros es ser verdaderamente masones cuando estamos en la calle, en la vida social.

¿Cómo les gustaría que les vieran?

Con la misma normalidad que en Inglaterra o en Estados Unidos, donde han sido masones reyes y presidentes, y donde poner que eres masón en los currículums laborales da un grado de confianza porque saben que esa persona va a responder.

Pero en la masonería ha habido de todo.

Sí, masón fue Pinochet y también Allende, fíjese que dos extremos. Por eso, hay que decir que la masonería es una obra hecha por hombres y quien va a fallar siempre es el hombre, no la masonería.

También hubo mucho masón durante la II República en España.

Así es. De 400 diputados que componían las Cortes, más de 100 eran masones. Eso nos perjudicó mucho porque una obra que propugna la igualdad y el respeto no puede tomar partido por ninguna ideología política.