viernes, 6 de junio de 2008

LAICIDAD Y LAICISMO

Laicismo y laicidad son conceptos que se prestan mucho a la polémica.
“Laicidad” tiene un carácter positivo, de respeto a la conciencia de los individuos y de no implicación de las creencias religiosas en la estructuración del marco político ni de las instancias políticas en las creencias de los individuos y de las comunidades religiosas. El mismo Sebastián reconoce que la Iglesia desde el Vaticano II acepta la laicidad, es decir, la autonomía de la política para establecer sus leyes.
Así, gracias a esta falsa diferencia los defensores de la "laicidad" argumentan que el Estado español es ya un Estado laico, y que por lo tanto no es necesario hacer reforma alguna. A quienes somos defensores de la libertad de conciencia y la religiosa (llámesenos "laicistas", "laicidistas" o como se desee) nos parece raro un Estado laico que recauda dinero para una (o varias) confesión religiosa, que subvenciona con cargo a los presupuestos lo que los ciudadanos no aportan para el mantenimiento de su culto y clero, que paga sus colegios, que abre las escuelas públicas a la enseñanza de su religión, que además paga el sueldo de sus formadores religiosos que eligen sus dirigentes, que exime de impuestos a sus actividades, que repara y mantiene sus templos, que da carácter civil a sus fiestas, que concelebra con sus jerarcas misas, romerías y procesiones, etc. ¡Qué Estado laico tan raro!

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